domingo, 7 de junio de 2009

La tarotista

Menuda, ojos negros, pequeños y vivos... Debía tener unos treinta años aproximadamente. Sin maquillajes, joyas llamativas o ropa extravagante, se movía por el puesto sorteando cajas de las que asomaban paquetitos de amuletos, cadenas, dijes, rosarios, aromas... Tras ella, un pañuelo a modo de tapiz, con una imagen de un elefante hindú, y a sus pies, su perrita Yoko, pequeña y vivaz.
- "¿Con quién tengo el gusto de hablar?" - me preguntó con gesto amable y mirada directa a los ojos.
Le dije mi nombre y mentalmente comencé a grabar qué datos le proporcionaba yo directamente, y a fijarme en cómo me miraba, imaginando qué información podía ella obtener de mi mera presencia allí, de mi forma de vestir, moverme y hablar.
Me preguntó también edad y profesión: "Cuarenta y dos" - respondí- "soy abogada". Sonrió. "Solo he tenido dos clientes abogados. Es raro, porque sois muy escépticos para estas cosas". "En realidad, somos escépticos para todo. Es nuestro trabajo. La realidad siempre depende del argumento en este oficio" - contesté.
Hizo una pequeña introducción para explicarme la diferencia entre leer las cartas, una técnica que cualquiera puede aprender, y ser vidente tarotista, que implica poseer un "don" que permite a su portador percibir imágenes sobre la vida, pasada o futura, del interlocutor mientras se lleva a cabo la lectura.
Cuando me pidió que le contara el motivo de mi visita, le dije que era tan sólo curiosidad, porque nunca me habían echado las cartas. Me explicó que, siendo "novata", me iba a resultar un tanto extraño, sobre todo en la forma en la que se expresan las cartas, y que me iba a hacer una "tirada general". Me pareció bien ¿qué podía decir? Ya estaba allí y había acudido "virgen" en la materia, así que no sabía qué otras alternativas podía haber.
Barajó el mazo de cartas del tarot, y me pidió que lo cortara con la mano izquierda ("la del corazón", dijo) en tres montones. Luego, ella recompuso el mazo y comenzó a desplegar las cartas sobre la mesa, componiendo una figura romboidal con ellas, mirándolas atentamente como si realmente estuviera leyendo un texto escrito.
Yo, mientras, intentaba reconstruir mentalmente la información que tenía de mi: sexo, edad, profesión... probablemente estado civil (no llevo anillo), posición económica (por mi ropa), algún rasgo de mi personalidad (por mi forma de hablar o de moverme)...
Comenzó a hablar: "Las cartas dicen..." Cuando inciaba un tema, esa fue siempre la frase introductora; me pareció curiosa: elimina practicamente toda la responsabilidad de la tarotista, ya que no es ella la autora de las palabras que pronuncia.
Tengo que reconocer que me sorprendió al hablarme de varios temas, y describir a algunas personas de mi entorno con mucho detalle; hizo referencia a problemas que me acucian, a mis actitudes frente a ellos, a posibles "pistas" para su solución". Casi todo lo que me dijo eran referencias al presente o al pasado, que predicciones sobre el futuro; y éstas eran muy vagas, del tipo de... "te puedes esperar cualquier cosa", "saldrá bien, porque aunque en un principio creas que no, luego te darás cuenta de que lo que te sucederá será lo mejor para tí". Otras de sus afirmaciones fueron, sencillamente, imposibles de comprobar, porque hacían referencia a espíritus de personas ya fallecidas. También noté cómo se fijaba en mis gestos, si asentía o me mostraba extrañada de lo que iba diciendo.
Me pareció bien la experiencia. Ella me gustó, me cayó bien y fue un rato agradable. No me convenció sobre el poder de los arcanos, pero he de reconocer que eso era muy difícil; lo que sí me dejó claro es que era una mujer muy inteligente, muy perceptiva en cuanto a la información evidente, con mucha capacidad para ir adaptando su discurso a las reacciones del oyente y que generó lo que en PNL se llama "rapport" de forma casi instantanea.
Le pregunté por qué las personas, tras una tirada del tarot, se sentían mejor o más seguras... Me confesó que la realidad es, con independencia de si uno es o no creyente, que cuando tienes un problema y un extraño verbaliza ese problema frente a tí, se produce un efecto inmediato de relativizar su gravedad o dramatismo, con lo cual, nos sentimos aliviados y con más fuerza para enfrentar el problema.
Me pareció una explicación lógica, pero empecé a plantearme una pregunta ¿tan visibles son mis preocupaciones que un extraño es capaz de enumerarlas con solo observarme un rato?... Me sentí desnuda y vulnerable.

6 comentarios:

Ronan dijo...

La verdad es que me fascina el tema de la adivinación, concretamente mediante cartas del tarot o solamente con la mirada del vidente. Yo mismo tengo un mazo en casa (bueno, dos, pero el segundo fue un regalo de alguien que no sabía que ya tenía uno), y la verdad es que tengo que decir que no lo uso prácticamente jamás porque me aterroriza. Cuando predicen algo bueno es estupendo, pero cuando predicen algo malo es horrible ver las caras de circunstancias de la gente que te ha pedido ilusionada que se las tires; y si te las echas a ti mismo, te da angustia que te digan de antemano que las cosas van a salir mal.
Mucha gente me ha contado esto que cuentas tú, Maribel, que sobre el presente y el pasado adivinan muchas cosas, pero siempre parece que cuando se trata del futuro son más parcos, y a veces pienso que sí, debe de ser asombroso que un extraño te diga cosas de tu pasado y tu presente, pero en definitiva, de qué sirve eso? Aparte de lo que ya comentas: te hace sentir mejor el que otra persona verbalice eso que te preocupa tanto (que no es poco). Yo soy bastante escéptico pero pese a todo no descarto que exista gente con esos dones, lo que sí pienso es que probablemente un número alto de “videntes” son solo gente muy hábil para escanear a las personas. Esta chica a la que fuiste parece en todo caso una mujer razonable (me llama la atención para bien el razonamiento tan sensato que te da a tu pregunta, en lugar de salirte con cualquier frase de filosofía barata). Por cierto, creo que me imagino lo que es el “rapport”, pero podrías explicarlo más a fondo, y cómo hizo ella para generarlo?
Tengo muchas ganas de ir yo un día a algún tarotista...

timorato dijo...

A mi me la echaron muy jovencito y me pasó como a ti: acertó en todo porque tenía lo que llamas rapport. De lo que más me acuerdo de lo que me dijo fue que no veía en mi a corto-medio plazo relación amorosa a la vista (estaba claro que vio un timorato en sangre pura), pero sobre todo la reiteración en cuanto echó las primeras cartas de que la SUERTE estaba siempre a mí lado.

Tal vez por tener una visión de ver las botelas medio-llenas me considero una persona afortundada, pero a veces tengo la sensación de que tengo potra, mucha potra, hasta mis amigos me lo comentan. No se trata de que me toque la loteria (que no me ha tocado ni juego) sino de que las cosas a veces me llegan de manera inesperada. No creo en nada y soy ateo militante, pero he creado una pequeña superstición a raíz de esto: la suerte me viene y no debo buscarla. Hasta desde el punto de vista tarotista el número 7 me persigue en muchos aspectos de mi vida, pero no debo jugarlo a mí favor. Qué bobadas!! ;-)

Maribel dijo...

Hola!!... Vaya, pues yo pensaba que erais más escépticos aún que yo, Ronan y Timorato....
Desde luego, esta chica podía ser una desalmada, pero no intentó venderme nada, sólo hacer su trabajo en ese momento.
El rapport es algo así como la empatía... se consigue con técnicas de acompasamiento con el interlocutor (movimientos, respiración, habla...) y ello genera un clima de confianza... Se dice que se ha alcanzado cuando en lugar de seguir tú los movimientos de tu interlocutor, te das cuenta de que es él quien ha comenzado a seguir los tuyos, sin darse cuenta.
Yo me considero muy racional y escéptica, pero creo que todos tenemos siempre un fondillo de supersticiosos. Y creo que se debe, únicamente, a que nuestra propia inseguridad (todo el mundo es inseguro, en mayor o menor medida) nos hace buscar explicaciones a nuestros exitos o desgracias más allá de nosotros.
Pero lo cierto es que yo, racionalmente hablando, creo que la "suerte" es la que uno mismo se busca, no sólo poniendo los medios para conseguir un objetivo, sino con nuestra actitud ante los sucesos de la vida.
Pero siempre, ese puntillo irracional que tenemos, se ve satisfecho con estas cosas. Y estoy comprobando que a todo el mundo, en el fondo, el tema del tarot le llama la atención.
Besos, chicos

Israel dijo...

A mí siempre me ha dado mucho respeto, supongo que es por miedo a escuchar algo que no quisiera escuchar aunque es más relacionado con el futuro (con lo que pueda ocurrir) que con el presente o el pasado que al fin y al cabo, este último, ya no se puede cambiar.

Recuerdo que mi madre estuvi yendo hace unos años a una y me comentaba la de cosas alucinantes que había llegado a adivinar la la gente (por feedback supongo, lo que se cuentan unos a otros y demás) y creo que me animó a probar pero nunca me atreví.
De mí le decía cosas y una en concreto me la dijo mi madre... y nunca se cumplió así que...

A veces me gustaría por porbar, como tú dices, una experiencia más porque al fin y al cabo del futuro no te van a contar mucho y si realmente te hace sentirte mejor pues algo es algo, no ha sido en vano pues.

Yo no creo mucho aunque nunca cierror ninguna puerta porque a veces parece que en este mundo todo es posible.

De todas formas, por mi forma de moverme, de hablar, por mi forma de ser en definitiva, creo que me calarían en seguida y tirarían de repertorio para hablarme del pasado y el presente jeje

Quién sabe, igual un día lo pruebo.

Maribel dijo...

Hola de nuevo, Israel
En esto de creer o no, no hay valores absolutos ¿no te parece?... Podemos decir "creo mucho" o "no creo mucho"... yo soy del segundo grupo.
Pero lo que más me impactó es ser tan transparente para esta mujer; desde luego, es su trabajo y vive de ello, pero es un auténtico escáner humano.
Desde luego, hay algunas cosas de mí que son fáciles... me dijo, por ejemplo, que yo era "una Atenea" (jeje) en el sentido de que tengo un carácter dominante... Bien, lo cierto es que soy bastante alta, y tengo un buen tamaño... soy lo que se dice una "gran mujer grande"... Y mi voz es fuerte, y mis gestos son lentos y pausados. Todo ello hace que la gente piense que actúo con mucha seguridad en mi misma.
Y si bien es cierto que ahora mismo creo que tengo bastante el control de mi vida, también es cierto que no siempre ha sido así, sino que ha sido el fruto de vivir muchos problemas, y del tipo de trabajo que tengo, que me obliga a ser resolutiva y aceptar la responsabilidad de mis decisiones.
Yo no creo mucho que ella me dijera eso porque "leyera" en las cartas mi vida... creo que lo dijo por mi apariencia, nada más.
Si lo hubiera leido en las cartas, también me habría dicho que, en realidad, soy más blanda que un merenguito de fresa :-)
Pero, desde luego, es toda una experiencia ver a una profesional de este tipo en acción.

timorato dijo...

Yo creo que el encanto de presenciar a este tipo de personas que son muy intuitivas y con un don especial (para nada mágico) de capar la esencia de una persona, reside en que estamos rodeados de personas que nos quieren: familia, amigos o conocidos que apenas nos dicen cómo somos o, si lo hacen, no les creemos por imparciales.

Cuando topamos con una persona ajena con la que no tenemos ninguna relación pero que nos infunde confianza por su perspicacia, estamos deseosos de que nos proyecten la imagen que nosotros damos. Nos podemos mirar al espejo para ver como somos o, incluso, ser capaces de analizar nuestros actos, pero para saber a ciencia cierta qué piensan los demás de nosotros este es un buen método. Incluso las expectativas de futuro (imaginadas claro está) que creamos con nuestros gestos. Averiguar el futuro tampoco es tan difícil, al igual que uno sabe qué caballo es el ganador antes de la salida. La suerte de saber que no somos tan transparentes (cuando nos dan malas noticias futuribles) es que no conozco a nadie que se haya hecho rico con la carrera de caballos ;-)