domingo, 21 de junio de 2009

Tú lo que tienes es mieditis aguditis

Parece una verdad de perogrullo, pero lo cierto es que el miedo es cosa de valientes... en realidad, es de valientes y de cobardes, porque son los inconscientes los que no sienten miedo. Y es indiferente que el miedo lo sea a un peligro real o imaginario,porque lo que es indiscutible es que quien no percibe un peligro actúa sin conciencia del mismo, y que quien sí lo percibe tiene sólo dos posibilidades: achantarse y protegerse del peligro, o actuar y enfrentarlo.

Está claro que no todos los miedos son iguales, porque a veces, le tememos a peligros que no son reales. Yo, por ejemplo, tengo pánico a las alturas. Y a pesar de que racionalmente sé que tirarse de un trampolín supone solo un peligro moderado y fácilmente controlable, lo haría sólo si algo importante me fuera en ello. Para enfrentar ese "peligro", que en este caso es imaginario, necesitaría una motivación muy fuerte que me impulsara a hacerlo.

Hay miedos que son fáciles de identificar, como el que yo le tengo a las alturas... Pero hay otros, relacionados sobre todo con nuestro vínculo con el mundo y las personas, que son realmente difíciles de aislar y detectar. Y es importante hacerlo, porque el miedo tiene la virtud de provocarnos reacciones extrañas... si no sabemos a qué le tenemos miedo, nos podemos encontrar actuando de forma rara en muchos ámbitos de nuestra vida, comportándonos de forma incoherente y padeciendo angustia de forma difusa, sin saber exactamente por qué.

Esta semana tuve que recordarle esto a una amiga mía, que está padeciendo un ataque de mieditis aguditis. En su caso es normal que lo tenga, porque dentro de unos días va a ejecutar una decisión que tomó varios meses atrás, y que le va a suponer un cambio radical de vida: tras su divorcio, va a dejar el pueblo, la casa y el entorno en el que ha vivido durante veinte años, y se va a trasladar con sus hijos y sus bártulos a la ciudad de donde salió para casarse, de regreso con los suyos y estrenando trabajo nuevo...

Tuvo vértigo cuando tomó la decisión, pero analizó detenidamente la situación y llegó a la conclusión de que era lo mejor que podía hacer, porque su vida en aquel pueblo iba a ser muy triste y gris.

Ahora, cuando está con la cuenta atrás, lleva una semana llorando por las esquinas sin saber por qué, sufriendo una angustia que la consume por cada mínimo incidente cotidiano que le sucede, urgiendo a las personas de su más cercana confianza para que la atiendan... llegando a la idea, muchas veces, de que está siendo "desatendida" injustamente por algunas personas de las que esperaba más afecto...

Estaba sumida en un caos emocional total cuando me llamó el otro día, y empezó a relatarme todos los incidentes que había tenido estos días... y era todo una maraña de sentimientos contradictorios relacionados con una situación que nada tiene que ver con la fecha de su traslado... pero ésta aparecía nombrada en la conversación varias veces... Así que "diagnostiqué": "tu lo que tienes es mieditis aguditis"... y fui deshaciendo todo el lio que me había estado contando, y se lo fui relacionando con este proximo evento que la angustia... Empezó a hilar sentimientos, y se dio cuenta de que, ese miedo que le provoca la nueva situacion a la que se enfrenta es lo que le ha provocado actuar de forma extraña con algunas personas, intentando obtener de ellas seguridad en un terreno para compesar la sensación de pánico que tiene ahora mismo con su traslado... En realidad, esas personas no han cambiado un ápice su relación con ella: están ahí, la están apoyando, pero no perciben que la mudanza marque el final o el principio de nada... para ellas, es un hito importante en la vida de mi amiga, pero nada más... en cambio, para ella la proximidad de su tralado le supone lo mismo que para mí supone pensar en tirarme de un trampolín.

Se quedó más tranquila. Pero entonces, cuando se dio cuenta de que tiene un ataque de mieditis aguditis, llegó la fase dos: a nadie nos gusta el canguelo. Nos creemos que, por tener miedo, somos cobardes. Y no ayuda nada a nuestra estima personal el creernos cobardes... Y entonces tuve que recordarle la verdad de perogrullo: solo los inconscientes no tienen miedo, la valentia o la cobardía son actitudes frente al miedo, ergo... el valiente tiene tanto miedo como el cobarde... y la diferencia es que el valiente tiene una motivación poderosa que le impulsa a enfrentarse al peligro que percibe.

Si tienes mieditis aguditis, encuentra su causa y recuerda tu motivación... Si te merece la pena arriesgarte, lo harás... y serás valiente aunque tengas miedo.

Hala. A seguir viviendo.

5 comentarios:

timorato dijo...

Vaya parrafada que nos has soltado tan llena de sabiduría. Ha sido un placer leerte :-)

Maribel dijo...

Gracias... En fin, yo siempre echando moralinas a la peña... Me ha gustado mucho tu entrada también, pero aún la estoy "digiriendo". Un beso, timorato.

israel dijo...

Me ha hecho gracia eso de "Hala, a seguir viviendo". A sonado a muy madre, a cuando la mía me decía, "venga, no tengas miedo que eso no es nada".

La verdad es que el miedo es un sentimiento universal, todos lo hemos tenido alguna vez el problema está en cuando ese miedo condiciona tu vida, toda tu existencia.
A veces se necesita un estímulo o incluso verte en una sitaución desesperada que te haga olvidarte de todo por un momento y superar cualquier barrera.

Eso es algo que siempre me ha impresionado. Le temes a algo, lo que sea, y de repente un día, por lo que sea, no te queda más remedio que hacerle frente a ese miedo (porque ya no aguantas más, porque se ha terminado el plazo, porque ya no tienes nada que perder... ) y lo vences. Y si no lo vences al menos te queda esa agradable sensación de victoria moral, del que ha hecho todo cuanto estaba en su mano.

Miedo.

israel dijo...

Y respecto a lo de tu amiga... pues es verdad que el miedo distorsiona las cosas.

Bueno, en realidad somos nosotros quien las distorsionamos porque cuando estamos asutados no pensamos ni actuamos racionalmente.

Es curioso, a mí lo de las mudanzas es algo que siempre me ha desagradado (he pasado por dos) y entiendo a tu amiga, y más una de esa envergadura.
Eso de dejar un lugar es como triste, melancólico... sobre todo si es un lugar en el que has sido feliz.

Maribel dijo...

Si... esa frase resume muchas cosas... pase lo que pase, y hagas lo que hagas, la vida sigue ¿no?... Y a mí me da ánimos. Tengo un amigo que cuando me ve nerviosa me dice... "eso está chupao!!!", y a mí me da mucho ánimo, fíjate tú, porque si lo tengo que hacer, lo tengo que hacer, mejor pensar que es fácil, y verbalizarlo ayuda mucho.
Yo creo que miedo tenemos todos, continuamente... Nos despertamos con miedo y nos acostamos con miedo. Miedos pequeños e inmediatos(a llegar tarde al trabajo) y miedos mayores a largo plazo(a dar la talla en el trabajo)...
Y los miedos nos condicionan mucho la vida, sí... A veces, llegamos hasta el auto-sabotaje, no haciendo cosas que sabemos que debemos hacer y buscando "excusas" interiores que nos proporcionen cierta tranquilidad... retrasamos dejar de fumar, excusándonos en que no es el momeno, que lo vas a hacer mañana, que nos gusta fumar..., pero en realidad, le tenemos terror a no ser capaces de hacerlo y fallar en el intento... (eso me pasa a mí, por ejemplo)
No se pueden afrontar todos los miedos de golpe y porrazo... imposible, debería haber un electrodoméstico, a modo de cabina de ducha, en el que entrar por las mañanas, lavarse los miedos y salir a la calle... pero no hay tal cosa.
Pero si podemos detectar los que más nos condicionan la vida, a corto o a largo plazo, y atacarlos uno a uno, poco a poco y con metas pequeñas pero alcanzables.
Al final, cuando haces algo que te daba miedo, te sientes orgulloso de tí, tu autoestima se dispara y eres mucho más feliz... y te das cuenta que no pasa nada... que si algo te sale mal, pues ya está, a otra cosa mariposa... que mientras uno respira, hay oportunidad...
En fin... que ya me ha salido otra moralina... ¡no tengo remedio!... Que conste que todo lo que digo son sólo opiniones mías, que no pretendo sentar cátedra, y que cuando doy un consejo a una amiga, lo hago desde la mayor humildad posible, porque ¿quien soy yo para decirle a nadie lo que tiene que hacer, pensar o decir?... Son sólo cosas que yo me digo a mi misma, y que pienso que igual son de utiliad para otros...
Así que... hala, a seguir viviendo.
Un beso, Isra