Eran siete hermanos; seis varones y una hembra en una familia de origen humilde. Su padre se ganaba la vida como mecánico en un taller que consiguió hacer propio y al que llevó a trabajar a su hijo mayor cuando tuvo suficiente edad para aprender el oficio. Y menos mal que lo hizo, porque al poco tiempo murió junto con su esposa en un accidente de tráfico, dejando al primogénito a cargo de los seis hermanos menores.
Haciendo de padre y madre desde muy joven, el hijo mayor trabajó como una mula; como era avispado y activo, a golpe de riñon amplió el negocio con una compraventa de coches que resultaba muy lucrativa. Incorporó al negocio a los hermanos a medida que iban cumpliendo años, con la aspiración de que la niña hiciera un buen matrimonio y que el pequeño, por lo menos, pudiera estudiar algo.
La niña cumplió su objetivo, pero los pequeños se negaron a estudiar. Y disfrutando de una mejor situación económica de la familia, protegidos por su hermano mayor que intentaba suplir la carencia de sus padres con un exceso de tutela, se convirtieron en unos bandarras mal criados que trabajaban lo justito, no ahorraban nada y siempre andaban metiéndose en lios.
El gasto familiar se incrementó considerablemente, no solo con las pifias de los pequeños. Los mayores se casaron, tuvieron hijos y, tal y como fueron educados, quisieron que sus mujeres se dedicaran a cuidar de la familia...
La situación comenzó a ser sostenible, pero delicada, ya que un mal golpe de la fortuna podia romper el equilibrio. Y así sucedió... el negocio de compraventa de vehículos tiene el riesgo de que uno puede ser estafado al importar vehiculos de alta gama de segunda mano, y lo peor, es que aún puedes resultar acusado de participar en el entramado. Por ello, y aunque el hermano mayor comprobaba que todos y casa uno de los vehículos que adquiría fuera del pais no estaban denunciados, cayó en una argucia que le llevo a vender, sin él saberlo, tres vehículos robados. Y puesto que los coches fueron incautados por la policía, para evitar perjuicios a sus compradores, les devolvió el dinero, entrando asi en un déficit importante.
El procedimiento penal se alargaba y él no recuperaba ni los coches ni el dinero. Las deudas le ahogaban y sus hermanos no respondían como era debido. El cargaba con todo el peso de la familia. De una famlia grande y endeudada.
Era muy fuerte, le recuerdo con unos brazos como árboles. Los ojos azules y siempre sonriendo. A cada pega que se le presentaba, su respuesta era siempre la de "tirar pa'lante"; sonreía mucho y tenia una gran vitalidad, aunque cuando hablaba de sus hermanos la mirada se le velaba como con resignación y un poco de sentimiento de culpa por haberlos malcriado.
Tuvo que sacar dinero de debajo de las piedras, algo tenia que hacer... Solia decir "antes muerto que derrotao"... Y así sucedió. Un dia desapareció por las buenas, y tras un mes de búsquedas, peinando el monte apareció en el fondo de un pozo, tiroteado.
La viuda, joven y con un niño pequeño, lloraba a su esposo mientras nosotros, en el despacho, recibíamos la notificación de la sentencia absolutoria.
Tengo que reconocer que esta historia la tenia olvidada por completo, porque me hacia sentirme muy mal el pensar qué habria pasado si el procedimiento no se hubiera dilatado tanto... o si él no hubiera intentado mantener el nivel economico de la familia enredándose en negocios peligrosos...
La vida fluye con un ritmo natural, y a veces, intentar apresurarlo solo consigue que demos lugar a una asincronía letal...
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3 comentarios:
Siempre es un placer leerte. Un abrazo
Al empezar a leer he pensado que sería una historia ficticia pero entonces he recordado que en este blog, todo es real como la vida misma así que me he preparado para un final trágico, como así ha sido aunque tenía esperanzas de que hubiera sido una historia con final feliz.
Supongo que las circustancias se dan como se dan y nos influyen de manera directa y decisiva en nuestra vida.
Yo y mis circunstancias que decía aquél.
En realidad, se podría retroceder más en el tiempo y preguntarse qué habría pasado si sus padres no hubieran fallecido tan pronto.
Al final, nuestras vidas están expuesta a cantida cosas que suceden a nuetro alrededor y eso siempre me ha asustado un poco.
Sí, somos libres pero quizá no tanto puesto que hay muchos condicionantes que, valga la redundancia, condicionan nuestra existencia, para bien, o para mal.
Gracias, Anónimo...
Isra, te prometo que te contaré historias con final feliz, que las tengo... Es más, si te cuento la misma historia y la detengo justo antes de que surgieran los problemas judiciales, sería un final feliz: comenzando con la tragedia del fallecimiento de los padres, este chico levanta el negocio y construye una familia próspera, a modo de clan familiar. Y es que, aunque pienso que sus últimos momentos no debieron ser agradables, no tuvo una mala vida. Yo creo que siempre hizo lo que pensaba que debía hacer, y que consideraba su vida muy satisfactoria...
Y estoy de acuerdo contigo en cuanto a la importancia de nuestras circunstancias, que son las que delimitan cuál es nuestro margen de actuación, pero si te fijas, personas con circunstancias similares no son igualmente felices necesariamente ¿por qué será?... Cuestión de actitud, en mi opinión, la felicidad es una cuestión de actitud.
Un beso, Isra
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