viernes, 20 de marzo de 2009

La manía de las estadísticas

Este es un post, meramente interno, para señalar que voy a quitar los contadores de estadísticas del blog. Figura abajo, al pie, y registra las visitas, indicando fecha, hora y lugar desde donde se entra al blog... y resulta que ultimamente ando mirando quien entra y quien no entra, y a qué horas lo hace, etc. Y he visto que la mayoría de las lecturas del blog se hacen a las entradas que tienen palabras como "personas duras", "personas despreciables", "rehacer la vida"... Es más, la mayoría de las entradas buscan algo sobre ello.

Y he decidido que no quiero saberlo. Que este blog lo escribo porque me sirve como ejercicio personal e intimo unas veces, y otras como diario para guardar el recuerdo de personas o hechos que no quisiera olvidar... Y con independencia de quien entra y qué quiere encontrar.

Asi que, es el fin de las estadísticas y el hola a los lectores totalmente anónimos en procedencia, conexiones y búsquedas.

sábado, 14 de marzo de 2009

Asincronía letal

Eran siete hermanos; seis varones y una hembra en una familia de origen humilde. Su padre se ganaba la vida como mecánico en un taller que consiguió hacer propio y al que llevó a trabajar a su hijo mayor cuando tuvo suficiente edad para aprender el oficio. Y menos mal que lo hizo, porque al poco tiempo murió junto con su esposa en un accidente de tráfico, dejando al primogénito a cargo de los seis hermanos menores.

Haciendo de padre y madre desde muy joven, el hijo mayor trabajó como una mula; como era avispado y activo, a golpe de riñon amplió el negocio con una compraventa de coches que resultaba muy lucrativa. Incorporó al negocio a los hermanos a medida que iban cumpliendo años, con la aspiración de que la niña hiciera un buen matrimonio y que el pequeño, por lo menos, pudiera estudiar algo.

La niña cumplió su objetivo, pero los pequeños se negaron a estudiar. Y disfrutando de una mejor situación económica de la familia, protegidos por su hermano mayor que intentaba suplir la carencia de sus padres con un exceso de tutela, se convirtieron en unos bandarras mal criados que trabajaban lo justito, no ahorraban nada y siempre andaban metiéndose en lios.

El gasto familiar se incrementó considerablemente, no solo con las pifias de los pequeños. Los mayores se casaron, tuvieron hijos y, tal y como fueron educados, quisieron que sus mujeres se dedicaran a cuidar de la familia...

La situación comenzó a ser sostenible, pero delicada, ya que un mal golpe de la fortuna podia romper el equilibrio. Y así sucedió... el negocio de compraventa de vehículos tiene el riesgo de que uno puede ser estafado al importar vehiculos de alta gama de segunda mano, y lo peor, es que aún puedes resultar acusado de participar en el entramado. Por ello, y aunque el hermano mayor comprobaba que todos y casa uno de los vehículos que adquiría fuera del pais no estaban denunciados, cayó en una argucia que le llevo a vender, sin él saberlo, tres vehículos robados. Y puesto que los coches fueron incautados por la policía, para evitar perjuicios a sus compradores, les devolvió el dinero, entrando asi en un déficit importante.

El procedimiento penal se alargaba y él no recuperaba ni los coches ni el dinero. Las deudas le ahogaban y sus hermanos no respondían como era debido. El cargaba con todo el peso de la familia. De una famlia grande y endeudada.

Era muy fuerte, le recuerdo con unos brazos como árboles. Los ojos azules y siempre sonriendo. A cada pega que se le presentaba, su respuesta era siempre la de "tirar pa'lante"; sonreía mucho y tenia una gran vitalidad, aunque cuando hablaba de sus hermanos la mirada se le velaba como con resignación y un poco de sentimiento de culpa por haberlos malcriado.

Tuvo que sacar dinero de debajo de las piedras, algo tenia que hacer... Solia decir "antes muerto que derrotao"... Y así sucedió. Un dia desapareció por las buenas, y tras un mes de búsquedas, peinando el monte apareció en el fondo de un pozo, tiroteado.

La viuda, joven y con un niño pequeño, lloraba a su esposo mientras nosotros, en el despacho, recibíamos la notificación de la sentencia absolutoria.

Tengo que reconocer que esta historia la tenia olvidada por completo, porque me hacia sentirme muy mal el pensar qué habria pasado si el procedimiento no se hubiera dilatado tanto... o si él no hubiera intentado mantener el nivel economico de la familia enredándose en negocios peligrosos...

La vida fluye con un ritmo natural, y a veces, intentar apresurarlo solo consigue que demos lugar a una asincronía letal...

sábado, 7 de marzo de 2009

En una realidad paralela

Ya he contado otras veces que en mi oficio se conoce a muchas personas, la mayoría de las cuales se encuentran en alguna situación conflictiva que puede llegar a ser extrema: discusiones familiares por una herencia, divorcios con infidelidades y engaño incluidos, ruina economica por culpa de los impagados, un vecino histérico que les hace la vida imposible... Mis clientes suelen ser personas normales (entendiendo la "normalidad" por una tendencia y no un valor absoluto) que, encontrandose en una situación que ha llegado a ser crítica, pueden tener reacciones imprevistas hasta para ellos mismos, que se sorprenden descubriéndose más conciliadores de lo que creían ser o, más peleones de lo que pensaban que eran.
Sin embargo, algunas veces llegan a mi despacho personas que son, en si mismas, extremas: no es que tengan un problema concreto que les acucie o les agobie, es que el problema es estructural en ellos porque no son personas "normales". Es lo que sucede con mi cliente suicida, que aún sigue entre nosotros y que me hizo una visita sorpresa el lunes por la mañana: no tiene dinero para llamarme, asi que el lunes, a primera hora, alli estaba esperándome cuando llegué a la oficina. Poco puedo hacer por él, excepto escucharle, invitarle a un café en la sala de juntas y prestarle algo de dinero para que pueda coger el metro y comer esa semana.
Anoche, contando anécdotas durante una cena, recordé un personaje que vino a verme hace como tres años. Conctactó conmigo por teléfono y concertó una cita en el despacho. Tenía prisa y decia que era un tema importante y muy confidencial, por lo que le aseguré que no debía recelar, ya que estoy sujeta a la obligación de secreto profesional. El dia de la cita trajo varias sentencias y resoluciones judiciales; me hizo entrega de una fotocopia. Le eché un vistazo y no conseguia entender muy bien lo que queria que hiciera porque aquello parecía ya una via muerta... no habia nada más que hacer, excepto un eventual y desesperado recurso de amparo que no tenia visos de prosperar y que, de hacerlo, no le iba a suponer gran diferencia.
No recuerdo bien sobre qué era el recurso y la consulta, pero aún me parece que lo tuviera enfrente. En la sala de juntas de la oficina anterior, una de cuyas paredes era una cristalera completa que daba vista sobre la sala de trabajo general. Yo sentada de frente al cristal, viendo a mis compañeros, y él de espaladas a ellos. Era un hombre de unos cincuenta años, vestía de forma sencilla y correcta (era verano, y llevaba unos pantalones sport de algodon y una camisa de manga corta limpia y planchada). Usaba una barba bien recortada y su pelo era pajizo, a tono con su piel clara.
Mi compañera estuvo en el comienzo de la reunión, pero tuvo que disculparse y ausentarse en cuanto él comenzó su exposición porque se vio incapaz de mantener la calma. Yo no tenia escapatoria, tenia que estar allí, escucharle y, visto lo que me estaba contando, conseguir que se fuera con el menor daño posible para él y para mi.
Su problema era que tenia la paranoia del control mental, que al parecer es muy habitual. Las personas que lo padecen están convencidas totalmente de que existe un grupo de poder oculto, que maneja el mundo en realidad, y cuyo objetivo es llegar al control de todas y cada una de las personas que lo habitamos, a través de mecanismos de control mental. Para ello, disponen de medios tecnológicos aparentemente inocentes, como son la televisión, la radio, los ordenadores... según esta visión del mundo, la televisión en realidad capta tu vida y la transmite a los controladores, y además, emite ondas no audibles que producen una especie de hipnosis que somete la voluntad del individuo. Y cuando una persona como él se percata de la realidad y se desprende de la television o evita otros medios de control, entonces le someten a un espionaje que implica a todos sus vecinos, que no son tales: todos sus vecinos son "agentes" de esta autoridad oculta, incluidos sus hijos pequeños, que son falsos... ¿por qué, si no, cada vez que entra y sale de su casa el niño del vecino está en el rellano "haciendo como que juega"?... En su pensamiento, la unica explicación posible es que ese niño está ahi siempre para registrar sus horas de entrada y salida y dar aviso a los tecnicos que puedan estar dentro de su casa colocando micrófonos y cámaras ocultas... Por supuesto, habia visitado a muchos abogados antes, pero todos ellos eran víctimas del control mental.
Mientras eso me contaba, detrás suya, a través del cristal mis compañeras observaban la escena. Estaban pendientes de mis gestos y de sus movimientos, porque sabiendo de qué me estaba hablando, llegaron a asustarse... además de no comprender cómo no me daba la risa. Ciertamente era una película de ficción, y parecia increible que alguien pudiera estar contando eso... pero lo ridiculo de la historia que me estaba contando se veía muy superado por lo triste que se me aparecia la vida de esta persona, que no se fia ni de su televisor...
Tuve que pensar muy rápido como deshacerme de él sin ofenderle o humillarle, asi que... entré en su juego. Cuando me llegó el turno de hablar, le miré fijamente y le dije... "mire, antes de que sigamos, tengo que confesarle algo... que yo sepa, yo no soy "uno de ellos", pero tal y como me esta contando la historia, ya no sé qué es verdad y qué es mentira; lo que si debo decirle es que mi padre es militar. Se lo digo, porque debes valorarlo y decidir después si quiere que yo me encargue de esto o no"... Se quedó blanco, y yo veia cómo su mente estaba intentando cuadrar datos para llegar a una conclusión. Me miró y me dijo que me honraba lo que acababa de contarle, y que era muy probable que, ese simple detalle, revelara que yo, en efecto "no era uno de ellos"... pensé que habia errado la estrategia de evasión, pero no. Con un poco de urgencia se levantó de la mesa, me pidió que conservara la documentación y la examinara, que tenia que pensar con tranquilidad qué decisión tomar, y que volvería en una semana. Y nunca más volvió.
Este cliente, además de este problema imaginario, tenia los problemas reales que todos tenemos: necesita comer, tener un techo, salud, una pareja que le de afecto... De ellos, tan solo se ocupaba de los más básicos, los indispensables para su supervivencia física, mientras que sus necesidades sociales, de afecto y de reconocimiento eran inexistentes por completo. Jamás podrá ser una persona feliz, porque está tan concentrado en ese problema irresoluble, que nunca atenderá a esas otras necesidades más complejas que todos tenemos, ya que las posterga al momento en el que consiga zafarse de la situación en la que se encuentra.
Todos tenemos problemas, todos tenemos nuestras rarezas... pero la mayoria podemos calificarnos como "cuerdos" porque nuestras coordenadas de la realidad son coincidentes con las de la mayoría. Es una ventaja importante, que casi nunca tenemos presente.
A seguir viviendo.