jueves, 20 de noviembre de 2008

Motivación y cansancio

Estas dos últimas semanas he estado muy entretenida con lo de la motivación y la persuasión... poniendo en práctica algunas cosas que he leido y dándole vueltas al por qué del por qué...

Mi hijo se ha venido olvidando su agenda todos los dias de la semana, hasta hoy, que por fín se ha acordado... Después de tres días intentando tocar su tecla de "on" poniendole sumas caseras debido a que, por su olvido, no sé si la maestra le ha mandado o no tareas para casa, cuando he ido hoy a recogerlo me ha enseñado la agenda con una gran sonrisa de satisfacción... Y aprovechando el impulso, consciente de que le encanta cocinar, le he felicitado por ser tan responsable... tanto, tanto que incluso podría ayudarme hoy a hacer su cena: era toda una estampa verlo metido en su papel de cocinero, todo serio, subido en una sillita de enea a modo de escalón, con mi delantal y el tenedor de madera en la mano echando en la plancha un filete de sajonia. Hoy su cena tuvo para él un sabor especial... a orgullo de sí mismo, por su cena y por la agenda. Y para mí también.

Es importante saber qué es lo que mueve a las personas, según su edad y sus circunstancias; por las señales que dan, podemos intentar conocer cuál es el motor de esa persona para llegar a movernos al unisono con ellas en pos de nuestros propios objetivos... Mi hijo, por ejemplo, por la edad que tiene, el sentirse mayor y responsable le motiva mucho... y ser mayor, significa responder de su olvido, asumir sus consecuencias y, por tanto, hacer tareas "a ciegas"; y ser mayor significa también disfrutar de los beneficios de la responsabilidad demostrada, haciendo "cosas de mayores" que le gustan, como por ejemplo, ser el cocinero de su propia cena.

Pero... ¿es realmente necesario intentar nadar a favor de la corriente con otra persona? ¿por qué debería interesarnos?... en definitiva ¿qué nos motiva a nosotros para intentar identificar cuál es la motivación de otra persona?... Las causas pueden ser muy variadas: igual nuestro trabajo consiste en vender, y saber qué puede mover a un cliente a comprar, nos reportará una comisión; quizá somos los responsables de un departamento en la empresa, y queremos que el equipo sea más productivo; es posible que tengamos la responsabilidad de que un niño pequeño aprenda a ser mayor... o que lo que nos impulse es mejorar nuestra relación de pareja, o lograr que dos partes enfrentadas lleguen a un acuerdo....

Una vez conoces cuál es el motor de una persona, es fácil cogerle el compás para aunar metas, hacer coincidir tus objetivos con los suyos. Pero lo difícil es, precisamente, averiguar cuál es ese motor, porque los adultos estamos cargados de traumas, miedos y frustraciones acumuladas. Conocerlos puede ayudar a identificar la motivación de una persona en el punto en el que nos interese, pero a veces, la mochila emocional de las personas hace que sus señales sean contradictorias y presenten comportamientos aparentemente incoherentes, impidiéndonos comprender la causa motor de su conducta.

Cuando el esfuerzo para conocer qué motiva a una persona es superior a los beneficios que creemos poder obtener en el caso de alcanzar dicha comprensión, aparece el cansancio y luego, llega el desistimiento... Es el clásico "no le entiendo, no sé por qué actúa así... pero es que ya me da igual".
Hay que conocer cuál es nuestra propia motivación para poder medir bien el momento del desistimiento, ya que suele ser irreversible: cuando una persona siente que el esfuerzo que debe hacer para nadar con la corriente de otra persona y llegar a una orilla común es muy superior a la recompensa que espera allí, deja de merecerle la pena el trabajo y de interesarle la orilla, la persona, su corriente y todo lo que tenga que ver con ella. Toma su propio camino, ya exclusivo y excluyente, y prescinde de la carga que le supone... para siempre.
Esta reflexión se la dedico a una amiga muy especial, que está empezando a sentir el cansacio en su tarea de averiguar qué es lo que motiva los comportamientos de su pareja, a quien no consigue comprender por más que se da una y otra vez contra el mismo muro... Está a punto de rendirse y espero que haya medido bien cuál es su motivación y cuanto esfuerzo le merece la pena hacer.

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Motivación y persuasión

Ultimamente estoy leyendo, en los ratos libres que tengo, sobre motivación y persuasión. Mi objetivo fundamental es encontrar herramientas con las que poder impulsar a mi hijo, que este año se enfrenta a todo un reto, ya que ha empezado la educación primaria y tiene algunas dificultades.
He encontrado algunas cosas interesantes, casi todo enfocado a los negocios, y mucho material en el campo de la programación neurolingüística (PNL), campo en el que se dan incluso muchas técnicas para la auto-motivación.
Voy poco a poco, porque hay mucho escrito sobre esto... Entre otras cosas, he leido un texto que debe ser un clásico en la materia, escrito por Dale Carnegie (Como influir en los demás y hacer amigos), y una monografía que expone de forma resumida varias teorías sobre motivación, comenzando por la teoría de Maslow sobre las necesidades humanas...
Lo que de momento voy sacando como conclusión, es que es fundamental intentar identificarse con las necesidades o motivos que impulsan a la persona que tienes enfrente, saber qué le puede hacer actuar en el sentido deseado. No se trata de manipulación, ni mucho menos, sino de encontrar la tecla, el botón de encendido del movimiento de esa persona...
Hay una teoría conforme a la cual, una vez cubiertas las necesidades esenciales de comida, abrigo y seguridad básica, las personas se orientan hacia la satisfaccion propia o autorrealización por tres grupos de motivaciones: hay personas motivadas por el logro, en las que predomina la satisfacción por el cumplimiento de objetivos, la superación de metas; otras personas actúan motivadas por el poder, persiguiendo sobre todo la sensación de control o dominio; y personas que actúan por las necesidades de afiliación, el sentimiento de pertencia y el desarrollo de los afectos. Por supuesto, no son categorias estancas ni son las únicas, solo son tendencias que se pueden observar mas acentuadas en unas personas que en otras.
Por otra parte, en el libro de Dale Carnegie se dan pautas muy básicas de comunicación efectiva, como por ejemplo, que discutiendo jamás se convence a nadie, porque quien tiene una opinión la va a defender aunque le demuestres dialécticamente que no la tiene... o que todo se puede hacer si le das a una persona la motivación que le guía...
Además, en PNL se habla de algo que se llama crear rapport con alguien, que consiste, si me he enterado bien, en conseguir establecer una conexión con alguien utilizando elementos de kinestesia, entre otros, es decir, mediante la postura corporal, la respiración, el ritmo de habla: si observas los movimientos de la persona, por ejemplo, y los imitas (no descarademente, claro), se genera conexión; también si intentas mantener su mismo ritmo de habla (para mi esto es muy difícil, hablo tan rapido que a veces rozo la taquifemia), o acompasar la respiración.
He empezado a intentar poner en práctica lo que voy leyendo... pero es muy difícil. Creo que todo son cosas de pura lógica, pero, salvo perfiles de personas con unas motivaciones muy claras, es difícil conocer qué es lo que mueve a una persona.
Así que, seguiré leyendo... me fascina que esté tan estudiado el comportamento humano. Supongo que para cualquier persona que se dedique al marketing, esto es de perogrullo, pero yo lo he hecho siempre por intuición, y verlo todo tan sistematizado me ayuda a ordenar las ideas sobre el tema.

lunes, 3 de noviembre de 2008

La responsabilidad de la propia felicidad

Este fin de semana salí con una amiga que se está divorciando después de un matrimonio largo en el que se ha dedicado por entero al cuidado de su familia y su casa. Ahora se enfrenta a cambios drásticos en su vida: se tiene que poner a trabajar, tomar decisiones por sí sola, enfrentarse por primera vez a la situación de soltería, resolver el golpe a su autoestima derivado de que el marido la haya "sustituido" por otra mujer...
Se está comportando de forma muy valiente intentando hacerse con el control de su vida, que había cedido a cambio de cierto nivel de seguridad que ha resultado ser ilusorio. Y cada paso adelante que da se encuentra mejor, más contenta y con más confianza en sí misma... y con frecuencia dice sentirse aliviada, ya que, hasta que su marido dio "la campanada", ella se veía encerrada en una relación en la que no era feliz, pero que no rompía sin saber muy bien por qué... el miedo a los cambios, el hecho de que tiene dos hijos, un concepto muy rígido del compromiso.... aún no sabe por qué no tomó ella la decisión de acabar con el matrimonio a pesar de que dice que no era feliz hacía ya muchos años.
Y eso es, además, lo que le provoca mayor frustración, ya que siente que ha "sacrificado" su felicidad en pos de un matrimonio y que esa renuncia no ha sido correspondida con una actitud igual, a la que creía tener derecho.
A mí me parece, aunque es muy posible que me equivoque, que lo que sucede es que todos tenemos miedos a los cambios, a enfrentar situaciones nuevas que se apartan de lo que teníamos pensado o programado... Lo que yo veo es que muchas veces ese miedo a vivir del que he hablado otras veces, nos impiden tomar las riendas de nuestra vida y nos hace renunciar a lo que no deberíamos, llegando incluso a hacer responsables nuestras circunstancias o a otras personas, de lo que sólo nosotros debemos gestionar: nuestra propia felicidad.
En el campo de la pareja, he visto muchos casos en los que las personas desplazan la responsabilidad hacia la otra persona: es una actitud habitual en las mujeres que se divorcian cuando la iniciativa es del marido, en cuyos argumentos casi siempre subyace una idea del tipo: "yo he vivido contigo a pesar de que tú no me hacías feliz... me lo debes, ahora te toca a ti renunciar a tu felicidad".
Pues yo no creo que la cosa deba funcionar así. Creo que cada uno es responsable de su propia felicidad, y que nadie debe asumir la carga de tener que hacer feliz a otro ni exigir a otro que le haga feliz. Ser responsable en una pareja no consiste, a mi modo de ver, en pensar que tienes que comprometerte a hacer feliz a tu pareja, que tienes que renunciar a tus necesidades personales por la felicidad de la otra persona, o en creer que si no eres feliz, la responsabilidad radica en la conducta de tu pareja hacia tí.
Al contrario, ser responsable en una pareja debe significar que jamás vas a esperar que el/ella "te haga feliz", ya que sólo uno mismo es el autor de su propia felicidad, de sentirse satisfecho con uno mismo, con nuestros logros y nuestra mejora personal... con nuestra vida, en definitiva. Y tu deseo de estar en una relación estable con una persona no puede bascular sobre el miedo a afrontar situaciones nuevas, y a la inversa, sino que debería radicar en que la compañía de esa persona, su complicidad contigo, su afecto y su apoyo te hace más fácil el camino de lograr tus objetivos.
Así es como yo lo veo; creo que cuando se habla de compromiso y responsabilidad se produce una confusión, ya que el compromiso que se adquiere en una pareja no es "querer siempre" o "garantizar la felicidad" de la otra persona... Es de Teoría General de las Obligaciones que un requisito de estas es tener un objeto posiblem ya que a nadie le es exigible lo que es imposible de cumplir, y lo cierto es que nadie puede garantizar que siempre va a amar a otra persona, no hay amor con garantía. El compromiso que se adquiere en una pareja, en mi opinión, es el de ser leal y honesto con esa persona, nada más... y nada menos, porque no es fácil. Significa que si ya no echas de menos a esa persona, si no notas su ausencia en tu vida, si cuando estás cerca de ella tu vida no es mejor... sencillamente lo pondrás encima de la mesa, te lo reconocerás a tí mismo y a ella, y serás capaz de hacerlo a pesar del miedo que a todos nos producen los cambios.
Esta es mi visión personal, por supuesto, derivada de mi propia experiencia, ya que yo también tuve un día, hace años, en el que pensé... "si yo he permanecido en esta relación insatisfactoria, he estado cumpliendo con mi parte del pacto... si tu ahora desertas, esás faltando a tu compromiso conmigo". Creo que cuando me di cuenta del error fue un momento revelador en mi vida.
Y desde entonces, no quiero ser responsable de la felicidad de nadie, y no quiero que nadie se haga responsable de la mía. Quiero ser, y creo que lo vengo haciendo, ser yo la única garante de mi propia felicidad.