Esta noche estuve en un duermevela debido a que mi hijo anda con una infección de oido que le está dando fiebre muy alta y unos dolores que, según dice él, "no puede soportar". Como muchos pronósticos decían que esta mañana se podia terminar el mundo por aquello del experimento del acelerador famoso, me dio por pensar en qué es lo que me llevaría yo de esta vida si tal riesgo se hiciera realidad.
Muchas sensaciones de la vida, buenas y malas, las llevamos en el recuerdo sensorial, y yo creo que en mí, los sentidos primordiales son, sobre todo, la vista y el olfato... Así que me puse a repasar mi memoria visual y olfativa a ver qué encontraba, y este fue el top ten que resultó:
Me llevaría como olores agradables, el de mi hijo cuando era un bebé... no olía como cualquier bebé, este olía a él y a mí. El de mi madre cuando yo era pequeña, porque las pocas veces que me abrazaba me hacía sentir segura y tranquila. El olor de mi amante cuando está conmigo, que me hace perder la cabeza. El de las tardes de verano con lluvia y el de las mañanas de domingo, que huelen a nuevo... el de las magdalenas recién hechas, porque creo que no hay olor más provocativo para el estómago... Sin embargo, no puedo despegarme de, por mucho que me esfuerce, del olor de la UCI neonatal donde mi hijo vivió sus primeros meses de vida, del olor del crematorio donde incineraron a mi tía el año pasado, ni del olor de los perros mojados, que me da mucho asco.
Como visiones, me llevaría las miradas que más me han impactado recientemente: una mirada amorosa, la de mi hijo cuando al dormir le leo un cuento y me da un beso de buenas noches diciéndome "mamá, te quiero mucho". Una mirada con brillo entusiasta, la del médico que trató a mi hijo en la UCI neonatal, el día que el niño se arrancó él solo el respirador artificial. La mirada suplicante de mi hijo, ayer, cuando le dolía terriblemente el oido y me pedía llorando que hiciera que parara el dolor. Una mirada terrible, la de mi tía agonizando el año pasado; tuvo una mala vida, la pobre, y una muerte aún peor... su mirada era de odio. Y una mirada apasionada, la de mi amante, a la que no puedo vencer ni quieriendo.
Tengo también recuerdos tactiles, auditivos y de sabor, pero están asociados a los anteriores: me gusta el sonido de la lluvia de verano y el silencio de las mañanas de domingo y de año nuevo, adoro acariciar a mi hijo, y la voz y las manos de mi amante, el sabor de las magdalenas calentitas...
Mi vida no se reduce a eso, evidentemente tengo muchos más recuerdos de muchas más personas y situaciones: acontecimientos familiares, hermanos, amigos, compañeros de trabajo, triunfos y desastres profesionales... Pero creo que si el mundo se acabara y tuviera unas horas para hacer por ultima vez lo que más me gusta, haría el amor con mi hombre, luego me comería una magdalena recién hecha mientras cae una tormenta de verano (evitaría que hubiera perros cerca), abrazaría a mi madre e iria a buscar a mi hijo, de que ya no me separaría.
¿Tú qué harías?
Muchas sensaciones de la vida, buenas y malas, las llevamos en el recuerdo sensorial, y yo creo que en mí, los sentidos primordiales son, sobre todo, la vista y el olfato... Así que me puse a repasar mi memoria visual y olfativa a ver qué encontraba, y este fue el top ten que resultó:
Me llevaría como olores agradables, el de mi hijo cuando era un bebé... no olía como cualquier bebé, este olía a él y a mí. El de mi madre cuando yo era pequeña, porque las pocas veces que me abrazaba me hacía sentir segura y tranquila. El olor de mi amante cuando está conmigo, que me hace perder la cabeza. El de las tardes de verano con lluvia y el de las mañanas de domingo, que huelen a nuevo... el de las magdalenas recién hechas, porque creo que no hay olor más provocativo para el estómago... Sin embargo, no puedo despegarme de, por mucho que me esfuerce, del olor de la UCI neonatal donde mi hijo vivió sus primeros meses de vida, del olor del crematorio donde incineraron a mi tía el año pasado, ni del olor de los perros mojados, que me da mucho asco.
Como visiones, me llevaría las miradas que más me han impactado recientemente: una mirada amorosa, la de mi hijo cuando al dormir le leo un cuento y me da un beso de buenas noches diciéndome "mamá, te quiero mucho". Una mirada con brillo entusiasta, la del médico que trató a mi hijo en la UCI neonatal, el día que el niño se arrancó él solo el respirador artificial. La mirada suplicante de mi hijo, ayer, cuando le dolía terriblemente el oido y me pedía llorando que hiciera que parara el dolor. Una mirada terrible, la de mi tía agonizando el año pasado; tuvo una mala vida, la pobre, y una muerte aún peor... su mirada era de odio. Y una mirada apasionada, la de mi amante, a la que no puedo vencer ni quieriendo.
Tengo también recuerdos tactiles, auditivos y de sabor, pero están asociados a los anteriores: me gusta el sonido de la lluvia de verano y el silencio de las mañanas de domingo y de año nuevo, adoro acariciar a mi hijo, y la voz y las manos de mi amante, el sabor de las magdalenas calentitas...
Mi vida no se reduce a eso, evidentemente tengo muchos más recuerdos de muchas más personas y situaciones: acontecimientos familiares, hermanos, amigos, compañeros de trabajo, triunfos y desastres profesionales... Pero creo que si el mundo se acabara y tuviera unas horas para hacer por ultima vez lo que más me gusta, haría el amor con mi hombre, luego me comería una magdalena recién hecha mientras cae una tormenta de verano (evitaría que hubiera perros cerca), abrazaría a mi madre e iria a buscar a mi hijo, de que ya no me separaría.
¿Tú qué harías?
11 comentarios:
Muy buen post.
Yo tengo una buena "memoria olfativa", antes tenía una memoria extraordinaria, era capaz de recordar casi cualquier cosa (menos los cumpleaños, eran la excepción) pero con el tiempo la he perdido y ahora tengo unos vacíos tremendos, creo que es, bueno, qué importa.
El caso es que a mi sí me gusta la olor de los perros mojas, me encanta como huelen despues de entrar de la calle un día lluvioso.
También recuerdo el olor de la colonia que usaba mi padre, cuando la huelo por la calle se me viene a la cabeza, no recuerdo la marca pero me gusta.
En cuanto olores "malos" recuerdo con desagrado el de las sábanas del hospital cuando estuve ingresado cuando me operaron de la rodilla.. el del olor de las ulceras de mi pobre abuela, era terrible...
También tengo muchos recuerdos peores que prefiero no recordar vaya, ya se encargan ellos sólos de venir a mi de vez en cuando..
El olor de la lluvia, el sonido de la lluvia, la lluvia misma me encanta, el olor del mar, su sonido...
Qué bonito y qué interesante. (Nota de pasada, Maribel: no sabía que tenías un amante! Supongo que no es un "novio oficial", por lo que contabas sobre la insistencia de la gente con lo de tener pareja. Por lo que cuentas parece que la cosa tiene mucha pasión...).
La verdad es que es divertido esto de preguntarse qué haría un con sus últimos momentos de vida. Francamente no sé qué recuerdos concretos me vendrían a la mente, pero creo que moriría bastante feliz por haber podido hacer algunas cosas que en su momento me parecieron inalcanzables (a nivel personal, haber podido hacer buenos amigos después de la época del instituto, que fue tan solitaria, haber tenido pareja después de haberme sentido como un mueble invisible a nivel sexual y sentimental en esa misma época, y saber qué se siente siendo el objeto de la atracción de alguien... También haber podido hacer la carrera que deseaba hacer e incluso ejercer de ello, pese a todas las dificultades que hay y que han habido).
Un recuerdo visual, táctil y auditivo: el jardín botánico de esta ciudad, la brisa, el ruido de las plantas. El parque frente a un monumento de Berlín, una tarde de verano, tumbado en la hierba con dos muy buenas amigas, sabiendo en ese instante que era uno de los mejores momentos de mi vida. Una semana de vacaciones en mi ciudad después de acabar la carrera, con todos mis seres queridos sanos y bien, y yo en un momento de equilibrio perfecto. Un día en la casa de campo de un amigo, con Ikki, viéndole en su salsa, sonriendo y jugando con los perros.
Una madrugada en un banco de una calle de la ciudad, cansados de estar en la discoteca, haciéndonos fotos ridículas dos amigas y yo, riéndonos hasta casi llorar.
Israel, desde luego el olor de las úlceras es tremendo, y el del hospital... a Betadine rancio... Pero me quedo con la imagen de los pacientes saliendo de alta, otra vez con sus ropas de calle, sonriendo y dándote las gracias...
Israel, Ronan... Muchas gracias por compartir esos recuerdos conmigo... Hasta los tristes son bonitos por lo conmovedores ¿verdad que la memoria olfativa es una de las más evocadoras?... Y si os dijeran: "podeis hacer tres cosas antes de que se acabe el mundo"... ¿qué hariais?...
(...de pasada, Ronan... me mola tener un amante :-)
Si el mundo se acabara... esto tiene truco, no Maribel? Seguro que luego dices "vale, pues esas cosas también las puedes hacer aunque no se acabe el mundo"..oh! tramposilla!
Le diría a mi madre y a mi hermana lo mucho que las quiero, cogería a mis perros y les daría un abrazo gigantesco y después lloraría por no haber sabido aprovechar mi vida, seguramnete es lo que haría, si soy incapaz de hacer nada sabiendo que tengo tiempo por delante menos aún sabiendo que el mundo se acaba, creo yo.
Esa pregunta, ya ves, sí me da un poco de miedo, porque siempre me viene a la mente lo mismo. Siempre pienso si me atrevería a escribir un email a los tres chicos que hasta ahora me han partido el corazón para decirles que siempre me ha dolido no haber podido quedar como amigos y haber perdido el contacto, y que pese a todo fue bonito mientras duró. Pero luego pienso, "ellos en cambio no lo harían y quedarías como un patético".
Así que, qué haría de verdad... Pues me despediría de Ikki y le diría la gran suerte que tuve de conocerle, luego me despediría de los amigos que he hecho aquí, cogería un avión y me iría a mi ciudad, me despediría de mis amigos de allá y les diría, de nuevo, lo afortunado que me han hecho sentir, y por último me quedaría en casa con mi familia, les diría lo importantes que son para mí y lo agradecido que les estoy a todo lo que me han dado (uff, sería difícil decir todo esto, sonaría tanto a serie de la tele), y luego ya esperaríamos juntos que cayese el meteorito o lo que fuera.
Por cierto, tú que harías, Maribel?
¿Yo?... En este momento de mi vida, haría precisamente, lo que digo en el post, y por ese orden: me despediría de mi amante (pero bien despedido, nada de un abracito), me comería una magdalena recién hecha mientras llueve e iría a buscar a mi hijo... Si pudiera ir añadiendo cosas, también intentaría ver a mis padres, a mis hermanos y a mis mejores amigos para darles las gracias por existir junto a mí... y luego llamaría a mis ex (a los que me han hecho daño) para decirles que no les guardo rencor... Pero cada cosa que añado, la haría siempre antes de las tres que he dicho primero, para ir dejando para el final lo mejor.
¿Trampa?... nooooo... jajjaja... Pero ¿cómo le voy a hacer trampa a unos chicos como vosotros, que os pasais la vida preguntándoos por el sentido de la idem?. Si que es cierto que yo esa trampa me la hago muy a menudo, pero lo que pienso muchas veces es que si me muriera ahora mismo, estaría satisfecha.
Precisamente creo que pensar que has desperdiciado la vida, y más a conciencia, sabiéndolo, es un delito... eso es un pecado mortal, vamos. Por eso creo que es una pregunta clave, no para todos los días, pero sí de vez en cuando, la de ¿y si me muriera ahora mismo, qué me quedaría, qué me llevaria de esta vida?...
En el post sobre la maledicencia, de hace ya un tiempo, hablé de una mujer... Hoy ha venido a verme al despacho, y me ha contado que está enamorada... ¡tiene un amante! Y si vierais la sonrisa que tiene y cómo le brillan los ojos... Me encanta este trabajo.
Es increible la vida, pero hay que estar en ella. Y para eso, hay que jugar, hay que arriesgarse. Si no, estás muerto en vida... Total ¿qué se arriesga? ¿un dolor de corazón?... y no es más doloroso pensar que estás desperdiciando tu vida? ¿no es más triste que cada día, uno con otro, sean iguales...? ¿que tu objetivo cuando amanece sea que anochezca para irte a dormir y esperar que venga el proximo día?...
Un beso a los dos... Me encanta como os revolveis con este post, se ve que os ha dado en el punto clave :-)
"y no es más doloroso pensar que estás desperdiciando tu vida? ¿no es más triste que cada día, uno con otro, sean iguales...? ¿que tu objetivo cuando amanece sea que anochezca para irte a dormir y esperar que venga el proximo día?..."
Sí que lo es pero sobre esto ya escribí en su día de una forma un poco rocambolesca... muchas veces sabes que deberías hacer algo porque sabes que en el futuro te arrepentirás y pronunciarás esas palabras mágicas "si pudiera volver atrás no haría aquello o sí lo haría..." o "ojalá tuviera una segunda oportunidad" y como lo sabes es como si de repente, en el presente, tuvieras esa segunda oportunidad, como si hubieras vuelto del futuro vaya... pero sabiendo eso eres incapaz de hacer nada, es fácil, una vez que ha pasado el toro, decir que si tuvieras otra oportunidad... pero seguramente uno haría lo mismo, no sé, digo yo..
A veces es difícil coger el toro por los cuernros, lo estoy intentando pero poco a poco, no es fácil, han sido demasiados años de "represión", por decirlo así, o sea que me llevará bastante tiempo.
Bueno, Isra... Aunque las alusiones parezcan hechas a tí, no lo son... En realidad, son pensamientos de mi pasado, que me habeis recordado tú y Ronan con los últimos posts de vuestros blogs.
De hecho, yo no nací con esta forma de ver la vida... al contrario, es algo en lo que empecé a trabajar en 1997, y aún sigo. Y sé que no terminaré nunca, porque siempre hay algo a lo que no te atreves, pero le he cogido el gustillo a esto de avanzar poco a poco.
En 1997 fue cuando se rompió mi primera relación de convivencia: yo nunca me he casado, pero he tenido dos parejas de hecho (y dos divorcios de hecho). Y fue al terminar mi primera relación cuando empecé a tener la sensación de "vida desperdiciada", porque en realidad no había estado entregada a esa relación, sino sometida a los condicionamientos sociales; así lo comento en un post sobre el espejo social y el condicionamiento de tu auténtico "yo"... Aunque, en realidad, fue cuatro años antes, cuando no conseguí continuar con una oposición y sentí el fracaso por primera vez en mi vida de forma seria (siempre fui una buena estudiante)... y mi madre me hizo ver que, en realidad, lo que me pasaba es que me daba miedo vivir, porque prefería la "incomoda" situación de estudiante, que yo sabía controlar y me había dado éxito y reconocimiento de mis personas queridas, a enfrentarme a lo desconocido del acceso al mundo laboral, la emancipación... la siguiente etapa, en definitiva.
Y, a pesar de que me dí cuenta de que era así, y me armé de valor para tomar las riendas... no fui capaz de hacerlo con mi relación de pareja, que venia durando desde COU, porque, de nuevo, me sentía más segura en una relación infeliz, pero conocida y controlada, que "en el mercado" de nuevo, a ver a quien conocía...
Y así ha sido mi vida, desde que empecé a tener conciencia de mí como persona adulta... ensayo/error... continuamente, intento nuevas fórmulas de ver la vida, de verme a mí... y voy aprendiendo así lo que realmente quiero, lo que quiero y me da miedo, lo que no me gusta...
Un día, de repente, sin venir a cuento, iba caminando por la calle sonriendo sin motivo, porque me sentía bien, y contenta conmigo misma... sin un motivo aparente... sencillamente pensé: si ahora mismo me muero, no me apena, me muero satisfecha con lo que tengo y soy ahora mismo.
Y esa sensación me gustó tanto, tanto, tanto, que la busco de nuevo... continuamente.
Y así, me he dado cuenta, de que hay que pringarse, y que, como tú dices, no se hace de golpe. Es paso a paso, pero sin parar, y cada paso, mejor que el anterior, analizando, descartando lo que no nos hace sentir bien, incorporando lo que sí nos funciona...
Yo he tenido esa sensación... un día con otro, la vida se escapa y te parece que harías pero no haces... Y a veces la tengo, pero cada vez menos. Pero, Israel, yo tengo cuarenta y un años, y te aseguro que he invertido mucho tiempo en saber qué tres cosas son para mí importantes esta noche, y saber que quizá mañana, sean otras distintas... Y que no pasa nada, en realidad, que nada es tan grave, y que el único pecado es no vivir.
En tu caso, yo leo tu blog. Y creo que tú estás también en el camino, es más, posiblemente más avanzado de lo que te crees y de lo que lo estaba yo a tu edad, créeme.
No te estaba llamando a tí pecador, porque el primer paso es detectar el problema, y el segundo empezar a buscar soluciones, cosa que tú sí estas haciendo. Pecador es el que solo llora esperando que alguien le pase la mano por el lomo, y se contenta con esa caricia.
Un beso, Isra. De verdad.
Bueno, bueno, bueno, ya estoy aquí, Maribel, mis recuerdos y por orden, el primer abrazo, del que fui consciente, que me dio mi padre un dia de disputa, cuando yo tenia 12 años; SIEMPRE, el sonido de la mar, que me embruja y cautiva, tranquiliza y acuna; la humedad del primer beso con pasión que le di a Jose Angel, la mirada de mis dos peques y besos, que es lo mejor que me ha pasado y de lo que estoy agradecida; y por ultimo y no menos importante, el calor y suavidad que desprende la piel de mi amante, marido y padre de mis hijos, cuando, solo, rozamos nuestros cuerpos, todas las noches en la intimidad de nuestra cama; la mirada de mis padres este verano, tan agradecida.
Cudillero, lo tienes muy claro por lo que veo, así que te felicito. Me da la sensación de que, con eso que dices, te quedarías tan ancha. Gracias por compartir tus tesoros, todos ellos me parecen de una riqueza soberbia. Cuidalos y conservalos bien. Un beso
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