domingo, 24 de agosto de 2008

Autosuperación y resolución de problemas.

La vida, para la mayoría de los habitantes de este planeta, es una lucha diaria para lograr cubrir las necesidades fisiológicas y de seguridad elementales, esas que constituyen la base y el segundo escalón de la pirámide de las necesidades de Maslow: alimentación, refugio, seguridad física. Queda reservado para la minoría de afortunados del primer mundo la pelea por satisfacer necesidades secundarias o incluso terciarias, como la estima, las necesidades emocionales y la autorrealización.

Esto es una obviedad de la que es consciente cualquiera que esté leyendo estas líneas, ya que ello presupone que no tiene duda sobre si comerá o no mañana, o sobre si mañana lo secuestrarán para ser niño-soldado, o sobre si logrará escapar del bombardeo de los lunes o atravesar ileso el campo minado para ir a la escombrera a rebuscar algo que vender...

Yo, evidentemente, me encuentro en este grupo de privilegiados en el que nuestra preocupación es si somos obsesivos, si sufrimos un desamor, o si lograremos aquel o este reto profesional. Nos olvidamos de que cada café que tomamos, cada ducha que nos damos o cada noche que nos metemos entre sábanas limpias y bajo un techo sólido, llevamos a cabo sin apenas inmutarnos lo que para otras personas constituye el objetivo de cada día.

Pero además, dentro del núcleo de privilegiados que constituye la población del primer mundo, la mayoría de nosotros somos, a su vez, super-privilegiados del último escalón de la dichosa pirámide, luchando a diario por lograr nuestra autorrealización, ya que, más o menos, las necesidades de afiliación, afecto, pertenencia, moralidad, autoconfianza, etc las tenemos atendidas.

Sin embargo, creo que cuando uno se mueve ya en los últimos escalones de la pirámide, no es inexorable la ley de que sólo se pasa a sentir la necesidad del siguiente peldaño cuando tienes cubiertas las anteriores. Los límites, cuando te mueves en un ambiente del primer mundo privilegiado son mucho más difusos y confusos, y te puedes encontrar con personas que tienen satisfecha la necesidad más elevada, la autorrealización, mientras que no pueden resolver por si mismas las más elementales de aseo, comida, o seguridad.

Y es que estas personas, en nuestro primer mundo (ya que en otros no logran sobrevivir) convierten la superación de sus limitaciones físicas en su objetivo de autorrealización, por lo que, al mismo tiempo que sobrellevan su lucha para poder hacer con la mayor normalidad posible aquello que a los demás no nos supone esfuerzo alguno, cubren esa necesidad cúspide de la jerarquía de Maslow.


Conozco muchas personas que sufren algún tipo de limitación, y que han hecho de la superación de éstas un objetivo de autorrealización, pero ahora estoy pensando en Noe y su madre, a las que he conocido esta semana en la playa: Noe tiene veinte años y una limitación motriz severa debido a un parto con complicaciones; no tiene afectación cognitiva, pero no puede moverse de la silla sin ayuda de una persona, y por supuesto, no puede asearse, acostarse o vestirse sola. Su madre aún tiene solo cuarenta años, y se puede decir que maduró a golpes, habiendo dejado sus proyectos personales de lado totalmente para atender a su hija, intentando que algún día sea lo más feliz e independiente posible.

La verdad es que hacen una pareja peculiar, porque pasan todo el día juntas, apreciándose una gran complicidad entre ellas: lo mismo se las ve regañar por una trenza que reir a carcajadas por algo que sólo ellas sabrán qué es.

Las dos viven centradas en cubrir las necesidades de Noe, y en conseguir que ésta termine el bachillerato (está en el último curso y le ha quedado Historia para septiembre). Ahora, además, Noe se ha echado novio, un chico también afectado por una lesión cerebral, que acaba de terminar Derecho, y que ha andado toda la semana llamando a Noe y enviandole sms... o ésta preocupada o mosqueada porque él no la llamaba todo lo que ella quisiera... Y su madre intentando que ella no se lo tome demasiado en serio, temerosa, supongo, de que sobrevenga a su hija un desengaño amoroso que eche por tierra parte del trabajo realizado todos estos años.

Las dos son mujeres muy alegres, sociables y divertidas. Noe charla con cualquiera que se le ponga a tiro, y pregunta sin prejuicios (contra el vicio de preguntar, dice, está la virtud de no contestar). Se sabe los nombres y la vida de todo el mundo, y se interesa por los problemas de la gente... pregunta y da su parecer sin ningún complejo. Se comporta con tal naturalidad y autoaceptación que sus limitaciones evidentes (no puede mantener la cabeza erguida y tiene las manos en garra) pasan rápidamente a un segundo o tercer plano cuando hablas con ella. Y te quedas maravillado del nivel de superación de esta chica... envidiable.

También su madre es una buena compañía, es divertida, muy activa y, también, muy sociable. No para un segundo quieta, y está todos y cada uno de los segundos de su tiempo con las cosas de Noe en mente: todas, absolutamente todas las mañanas, asalta al empleado del ayuntamiento que patrulla la playa en un quad (un chaval muy amable) para insistirle en que necesita alagar el camino de tablas que le ha puesto el ayuntamiento para poder llevar a su hija a la playa sin necesidad de que nadie más la ayude. Y cuando habla de su hija, se la ve muy orgullosa de ella, de ese nivel de superación...

Sin embargo, y aunque sea paradójico, Noe es una mujer muy satisfecha, muy motivada... se ve cómo ese reto que le supone superar sus limitaciones se ha convertido en una meta de autorrealización. Cosa que no le sucede, sin embargo su madre: aunque se la ve muy feliz y contenta con los avances de su hija, y es consciente de que si Noe está tan bien es debido, en gran parte, a su dedicación, no son sus propias necesidades las que está atendiendo. Para ella no es un objetivo de autorrealización la superación de obstáculos por parte de Noe, sino la resolución de un problema, el afrontamiento de una responsabilidad... lo cual, ocupa un peldaño por debajo de la autorrealización que, para ella, sería, una vez cerrada esta etapa que se abrió cuando tenía veinte años, poder trabajar (es auxiliar de clínica) y "recuperar su vida", como ha dicho ella misma.

Somos curiosos los seres humanos: no siempre el que tiene más limitaciones lo tiene más difícil para sentirse satisfecho. Es el afan de auto-superación lo que, en muchos casos, nos facilita esa sensación de completitud como personas; sin embargo, la resolución de problemas no pasa de ser lo que para otros es buscarse un pedazo de pan cada día: un escalón intermedio en la jerarquía de necesidades.

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