Pues ya llevo una semana viviendo con mi hijo en nuestra nueva casa... el sábado pasado dormimos aquí por primera vez, y las cosas se van desarrollando bien. No obstante, no puede decirse que sea una semana normal, ya que, entre el trabajo (jornada continuada, menos mal) y los trabajos diversos de bricolaje, he tenido poco tiempo para dedicarle al niño.
Pero él parece que se ha hecho ya con la casa perfectamente y está encantado. Los primeros días estaba muy excitado, y yo me esforcé mucho por marcarle nuevas rutinas que le hicieran sentirse seguro... así que, ha empezado a dedicarle un rato al levantarse para hacer su cama (lo de hacer es un decir, porque la deja hecha un burruño, pero ya aprenderá). Hace tres días, sin embargo, lo noté muy nervioso, y dos días se ha puesto a llorar al acostarse... al preguntarle el motivo dice que echa de menos a su padre, pero yo se que (aunque lo echa de menos) es una verbalización del estress que le supone el cambio, ya que el último mes lo ha pasado con su padre y tenía ya adoptadas unas rutinas que le daban mucha tranquilidad. Pero ahora mismo ya parece que lo tiene superado. Estamos en el cuarto de estar, viendo el Retorno del Jedi, y se ha hecho el amo y señor del sofá, y ahí está tumbado el tío... menos mal que ya queda menos de verano y a estas horas, durante el invierno, estará en la cama... si no, me veo luchando por el sofá con él.
Yo me siento muy rara también, pero bien... en Ikea me van a hacer socia de honor porque he amueblado la casa a base de sus muebles... Y creo que alguna explicación froidiana debe tener el hecho de que todos, absolutamente todos los muebles que he comprado, son de color blanco. Son los más baratos en Ikea, eso es cierto, pero también es verdad que es el color que me apetece. Debe darme sensación de "nuevo", seguro.
Y ya tengo cafetera, microondas, olla express... me falta la plancha y algunos manteles, que no termino de ver ninguno que me guste. Me compré una cama con arcón para tener espacio de almacenaje debajo de la cama, y llevo toda la semana (y la anterior también) arreglando cosillas en la casa: acabo de pintar un panel de madera que habia en la entrada y no me gustaba... lo he pintado de blanco, claro. He cambiado el enchufe de la antena, he colgado estanterías, he puesto el tendedero... he colgado las cortinas que me ha hecho mi madre, he puesto lámparas (bueno, son globos de papel) ... He cambiado los muebles de sitio varias veces, hasta que han vuelto a su primera ubicación, y he acarreado cosas desde casa de mi madre... Aun me quedan muchas cosas por traer, pero tengo primero que colocar lo que he traido y tengo apilado en mi dormitorio.
Y son tantas las cosas que tengo que hacer, que de buena gana me quedaría haciendo cosas durante toda la semana; pero mañana salimos para el Levante, a la playa... a mi hijo le da algo si no vamos, y va a ser una semana sólo allí. Pero ahora mismo están allí sus primos, con los que se lo pasa de miedo, y además, allí puede salir a la calle hasta las doce de la noche, lo cual le hace sentir muy mayor y le encanta. Además, hay una chica mayor (nueve años debe tener) que le gusta, y a la que ya persiguió sin éxito el año pasado... pero como mi hijo es inasequible al desaliento, está deseando llegar para que ella vea lo mucho que ha crecido y lo mayor que es ya.
En fin, que estoy muy contenta y que todo va muy bien, y que puedo dar por cerrada la fase "salto" y pasar a la fase "estabilización", aunque a veces echo de menos la tranquilidad de la casa de mis padres, donde todo estaba ya hecho y mi madre me cubría cualquier hueco con el niño. Ya se pasará.
Este va a ser nuestro año, claramente.
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2 comentarios:
que haya muchísima suerte en tu nueva vida, ánimo, lo mejor para vosotros
Muchísimas gracias, amor y libertad. Me gusta mucho tu blog, por cierto... muchas gracias por compartir con nosotros esa sensibilidad que desprende.
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