Hoy he estado reflexionando, entre escrito y escrito, en el miedo que tenemos las personas a abordar nuevas etapas en nuestra vida.
Ando dándole vueltas los últimos días y cavilando sobre ello, me he dado cuenta de que yo andaba un poco "dormida en los laureles", porque llevo varios años en una situación muy cómoda, y especialmente el último año: hace cuatro años, me separé y me trasladé de ciudad, llevándome a mi hijo conmigo a vivir a casa de mis padres. Ni que decir tiene que me ha venido de perlas, sobre todo al principio, porque lo que necesitaba yo en esa ruptura era un poco de tranquilidad y seguridad. Si a eso se añade el soporte logístico que aporta una madre de las de antes... miel sobre hojuelas. Pero además, si tenemos en cuenta que durante los últimos catorce meses he disfrutado de una relación con un hombre muy estimulante que, además, no me suponía renunciar ni a mi comodidad del hogar familiar, ni a mi tiempo con mi hijo, ni a mi trabajo...
Sin embargo, hoy me he puesto a reflexionar en mis miedos y en mi situación, en por qué la estoy dilatando.
Hasta ahora, tenía motivos para permanecer en casa de mis padres: mi hijo era muy pequeño, mi trabajo muy acaparador y yo saliente de una ruptura que me ha tenido en "orsay" casi dos años. Sin embargo, pensé ¿realmente ahora son obstáculos invencibles o es que estás muy cómoda? Ahora mismo, la verdad es que mi hijo ya tiene seis años y no es un bebé, cuento con mi madre para seguir echándome una mano con él, y yo estoy francamente recuperada de mi ruptura hace ya mucho tiempo.
¿Qué sucede entonces? Vértigo. Eso es lo que pasa. Me he sentido, de repente, como me sentí la primera vez que me "emancipé". Me he dado cuenta de que lo que me pasa es que me da miedo de nuevo asumir toda la responsabilidad que supone llevar una casa. Y me he dado cuenta, también, de que tengo un compromiso con mi hijo que no puedo postergar: necesita su casa. No es que esté mal con la abuela, es que si le pides que te dibuje a su familia, pinta a dos madres. Ya está bien de hacer de vice-madre (mi madre es la jefa, claro) cuando no hay, realmente, necesidad de ello. Las situaciones transitorias no se pueden mantener eternamente; eso también lo he aprendido recientemente.
Agradezco infinito a mis padres el cable que me han echado. Ellos lo saben. No podría haber sobrevivido sin su apoyo. Pero, como decía una amiga "una mujer tiene que hacer lo que una mujer tiene que hacer". Y yo tengo que buscar un piso y construir un hogar para mí y mi hijo, porque él y yo somos una familia.
Cierto es que llevo desde comienzos de año preparando este momento, porque parte del mismo lo he centrado en conseguir elevar mi nivel de ingresos para poder tomar esta decisión con un poco de más tranquilidad, de forma que, aunque me tenga que recortar el presupuesto de ocio, sea algo llevadero. Pero me había inventado ya no sé qué excusa (tan absurda seguro, que ni la recuerdo) para retrasar la decisión hasta fin de año. Ha sido la reflexión sobre el miedo ajeno a la vida lo que me ha hecho ver mi propio bloqueo.
Así que, llegada a este punto y con esa determinación en mente, justo después de hablar con un amigo y antes de irme de la oficina, sin pensarlo dos veces para que no se me pasara el ataque de valentía, he llamado a un amigo que tiene una agencia inmobiliaria para que me busque un piso majo; esta era la llamada que iniciaba el camino sin retorno, porque sabía que este amigo, que me quiere mucho, está esperando mi llamada desde hace tiempo. Y sabía que me diría lo que me dijo: "Tengo tu piso ideal, se queda libre a mediados de julio: dos dormitorios, con un amueblado precioso, dentro de tu presupuesto y, sobre todo, muy cerca de tu madre ;-)"
Qué vértigo y qué bien me siento. El miedo es prudente, en tanto que nos ayuda a meditar nuestros próximos pasos, pero no puede paralizarte en la vida porque, lo que es inevitable, es que la vida pasa y no por quedarnos quietos el tiempo se detiene.
Es el vértigo de la vida, como una montaña rusa ¿nos vamos a quedar siempre en el tramo recto del camino que vemos? Nada puede haber tan terrible al otro lado de la curva, solo otra recta.
3 comentarios:
Hay que ver que bien escribes, que bien te expresas.
Sí, el miedo es una mierda (oops perdón!!!) te paraliza y ver fantasmas por todas partes, llevo años viviendo con miedo y alguno más que me queda.
El caso es que como dices es difícil abandonar una situación cómoda y exponerse otra vez, es "mejor" no hacer nada pero claro, llega un momento en el que hay que actuar, a mi me va llegando este momento, y bueno aunque sea un cambio no parece uqe vaya a ser traumático puesto que seguirás contando con la ayuda de tus padres y a la vez tendrás algo más de libertad, espero que te vaya bien.
Hola otra vez, Isra... tienes razón en cuanto al miedo, es una m... Cierto es que a veces es necesario, pero cuando rebasa los límites de la prudencia... La buena noticia es que, detectado el problema, en décimas de segundo y sin pensarlo, tu vida cambia... Cuando yo llamé a mi amigo el de la inmobiliaria, lo había estado postergando porque sabía que era el pistoletazo de salida... Tomé la decisión ejecutiva (la de fondo ya estaba tomada pero dormía el sueño de los Justos) en cuestión de... dos segundos. Sin pensarlo, cogí el teléfono y marqué.
Y en mi caso, yo ya he vivido fuera de casa de mis padres, once veces. He tenido dos convivencias y un hijo de mi segunda pareja. Decidir irme la primera vez, me costó. Decidir volver... ni te imaginas, creía que mi mundo se venía abajo... Y ahora otra vez a empezar.
Es la salsa de la vida, siempre de un lado a otro, ahora estás arriba, ahora estás abajo... Pero sólo si te mueves, claro. Si no, siempre estás en el mismo sitio y con el mismo paisaje.
Estaría encantada de poder leerte contándonos que has tomado tu decisión y estás en el camino.
Un beso, Isra
Pues sí, creo que ha llegado la hora de lanzarme a la piscina, de accionar esa palanca que ponga en marcha la maquinaria, lo malo es que...sí, una vez en marcha no hay vuelta atrás y bueno, no tengo una "red de seguridad", no sé, tu tienes tu experiencia, tu parte del camino y yo tengo...miedo y seguramente la maquinaria acabe por aplastarme (joder, que deprimente!!!)
Mi "maquinaria" empezaría con encontrar un trabajo y a partir de ahí.....
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