lunes, 29 de septiembre de 2008

Meteduras de pata (I)

Pues se ve que mi vida, últimamente, está llena de acontecimientos que me hacen pensar... De nuevo tengo la cabeza como un bombo y necesito exteriorizar en esta especie de grupo de apoyo virtual.

Esta vez, tengo que hablar sobre meter la pata en el terreno de las relaciones personales... ¿lo hago?... si, y por lo que se ve, últimamente mucho. Creo que el lenguaje a veces es demasiado ambiguo o insuficiente para expresar ideas o sentimientos, creo que por mucho que lo intentemos, siempre habrá un ruido en la comunicación que impide transmitir debidamente una idea. Y creo que, además, todos tenemos un punto débil, una especie de resorte con el que saltamos de forma desproporcionada a lo que es habitual en el resto de la gente. Si unes las deficiencias del lenguaje con un resorte rápido para determinados temas, el resultado es: metedura de pata o, incluso, gran metedura de pata.

En mi caso, debido a mi personal historia (cada una tiene la suya) soy muy susceptible cuando pienso que un hombre me está manipulando, o me está faltando al respeto, o me está tratando de forma indigna. Creo que se debe a que, gracias a mi dificultad desde pequeña para el enfrentamiento personal, siempre he tenido lo que se dice "mucha correa"... he consentido que me trataran realmente mal, tanto como para llegar a la humillación (verbal) más absoluta y, de repente, darme cuenta de que no podía estar más abajo, de que había permitido que fueran minando mi autoestima y que el siguiente paso podía ser mi integridad física. Supongo que nos ha pasado a muchas mujeres y que no soy un caso especial. Pero creo que a mí me ha dejado una huella especial, y ante la mínima sospecha de falta de respeto, reacciono como un bicho. Mal hecho, tengo que aprender a reaccionar de forma firme, pero sin subidones de humor.

El caso es que el otro día, un amigo con el que de vez en cuando tengo problemas de comunicación (a veces me parece que hablamos distintos idiomas), me dijo algo que yo interpreté mal... lo entendí en el peor sentido posible y, precisamente, en el que a mí me hace saltar. Y lo hice, no fui capaz de controlarme, y le monté un follón de puta madre y en medio de la calle. Creo que, además, no le dí oportunidad de replicar mucho, y que fui en determinados momentos excesivamente sarcástica. Mal, mal, mal...

Es cierto que hace ya tiempo que intento controlar mi tiempo de reacción. Intento alargarlo lo más posible para no meter la pata, para volver a pensarlo, para ver si de verdad era algo que me molestaba, y, sobre todo, para poder expresarme de forma no ofensiva. Mis mejores amigas, A. y C. me dicen que no debo hacerlo, porque pierdo espontaneidad, dejo de ser yo misma y no sé qué más... Pero yo no estoy de acuerdo... está mal ofender, está mal molestar, es gratuito e innecesario para expresar una opinión de disgusto... sobre todo si es ante algo que puede haber sido mal interpretado, y las ofensas no caen en el aire. Por mucho que pidas perdon, ahí quedan, como cicatrices... y se van acumulando y acumulando.

Todos nos enfadamos por cosas distintas, y todos de diferente forma... pero hay cosas que hay que evitar. Y meter la pata haciendo daño a alquien a quien quieres... es algo a evitar. Me alegro, por lo menos, de que ese amigo haya perdido su tiempo para explicarme que está molesto, muy molesto conmigo, y el por qué lo está.

Estoy triste por esto, pero no puedo hacer nada más que pedir disculpas e intentar anotar un objetivo más en mi listado de "cosas de mí que no me gustan y quiero cambiar"... la verdad es que ya lo tenía anotado, pero tengo que ponerle un par de asteriscos para recordarme que ese aspecto, como muchos otros, no lo tengo nada pulido.

La vida sigue, y continúa siendo un pasatiempo conocer gente, y si te ayudan a conocerte a tí mismo cada día un poco más, pues mejor.

5 comentarios:

israel dijo...

Creo que a todos nos pasa, hay algunas cosas que nos hacen saltar. Presimante son las cosas que debemos pulir porque en ese aspecto estamos más susceptibles y a la mínima saltamos cuando en otro asecto podemos soportar más.

He de decir que yo no soy de "saltar" mucho, no soy de muucho carácter, tienee que ser algo muy heavy pero si hay algo que me molesta es que me traten mal, las personas que de buenas a primeras te hablan mal, las personas bordes, en definitiva, me desagradan mucho. Uno puede tener un mal días pero cuando es costumbre ya es un problema, sobre todo para estas personas.





Le tengo miedo a muchas palabras, entre ellas "muerte" y.... "novios", "pareja", por eso de no haber tenido novia me siento incómodo cunado se trata el tema y aparecen éstas y otras referencias...


La técnica del disparadero es muy común, creo que mi hermana la usaba mucho conmigo cuando era pequeña.. "haz esto, haz lo otro.." y al final acaba metido en algún lío...

Maribel dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Maribel dijo...

Hola, Israel... Sí, creo que nos pasa a todos; lo único bueno que tiene es que, si te lo dicen o te das cuenta de que tu reacción es improcedente o desmesurada, puedes no sólo intentar pulirlo, sino también averiguar por qué eres más susceptible en algunos temas... hay que localizar qué temas son y reducir la incidencia de los ataques a esa zona. No quiero parafrasear a un conocido libro, pero es, evidentemente, una zona errónea.

Pero una cosa es que pulir tu reacción y otra distinta es que el comportamiento en cuestión, una vez analizado sin la víscera que le hemos puesto, siga no gustándote.

Cuando la forma de actuar de alguien no te gusta, insisto en lo dicho: la primera vez, se lo dices. La segunda... o te alejas o te lo hará una tercera vez, y entonces será culpa tuya porque ya sabías lo que hacías.

israel dijo...

Bueno lo que he dicho de la gente borde, antipática y que trata mal a la gente no se corresponde, quizá, a lo que tú expresebabas en tu post, sólo en el hecho de que el algo que me puede hacer saltar pero obviamente es algo que a nadie gusta, y en mi caso me molesta profundamente.

Yo a veces puedo estar poco receptivo, o poco comunicador.. un poco ausente como yo digo y eso puede llegar a molestar a alguien pero no es algo que uno haga aposta y desde luego sería incapaz de tratar mal a alguien aunque cuando pensé en este tipo de personas lo hice pensando en un ambiente laboral que es donde más lo he visto claro que el estres y todo lo que conlleva el día a día a veces hace que la gente sea más borde.

Sobre lo que comentaba en mi blog de la Univeridad... es curioso, ayer acompañe a mi cuñado porque tenía que recoger el título porque hoy iban a renovarle en el banco en el que trabaja... mi hermana me ha llamado disgustada porque no le han renovado, dice que estaba fatal, él, que estaba convencido de que lo renovarían y encima terminaba contrato el viernes, me ha dado mucha pena por él.

En fin, el trabajo está fatal.

Maribel dijo...

Me refería, Israel, a que si te saca de quicio que las personas, de buenas a primeras, te hablen mal... y eso te hace reaccionar de forma desmesurada, hay varias tareas que llevar a cabo, en mi opinión:
1º.- Primero saber por qué a esa conducta reaccionas de forma desproporcionada. Probablemente habrá comportamientos que al resto de los mortales nos parezcan peores y que a tí no te hacen saltar.
Lo que está claro es que en esos casos es algo que ataca un punto tuyo muy débil. Si reacciono así cuando pienso que un hombre me falta a una consideración mínima, es porque antes he vivido un estado en el que no he sabido defenderme o no era consciente de la importancia que tenía... digamos que soy muy susceptible en cuanto a mi integridad psicológica, y puedo ver ataques donde no los hay, o defenderme de forma desproporcionada a los que pueda detectar.
2º.- Detectado mi punto débil (uno de ellos, claro) debo reforzarlo sin depender de la valoración de nadie, y debo aprender a defenderlo sin perder yo por mi parte una dignidad mínima, que es lo que sucede cuando le faltas al respeto a alguien.
3º.- Y una vez desprovista de pasión la cuestión, hay que volver a analizar la conducta que nos provocó esa salida de tono. ¿Sucedió? ¿No sucedió?... quizá era un fantasma provocado por nuestra susceptibilidad... quizá el autor de la conducta tenía alguna causa que lo justificara... quizá no sabía que su conducta se fuera a interpretar así.
Si es una conducta aislada, no debería (salvo casos de agresiones físicas) tener más consecuencias que ser capaz de hablar con esa persona, decirle lo que te ha molestado y por qué. Esto es muy difícil, por lo menos para mí, pero lo voy intentando.
Pero si es una conducta que se repite, puede ser que esa persona no quira, no sepa o no pueda actuar de otra forma ¿qué pasa en esos casos? Que en lugar de confiar en que esa persona no va a volver a hacer algo parecido, pasas a desconfiar de él, en cuanto a esa cuestión por lo menos, y, como mínimo, debes proteger ese flanco en tus contactos con él/ella. Y si no te gusta vivir a diario desconfiando sobre cómo una persona va a comportarse, lo mejor es alejarse. Depende del caso, claro.
Y aunque me alargue, me explico: si alguien del trabajo te habla de forma brusca sin venir a cuento, puede ser que, por algún motivo que tú no conoces, haya perdido el control. Como tú dices, uno puede tener un mal día. Pero si si le has hecho saber a esa persona que no te gusta su comportamiento, y a pesar de ello se repite... ten por seguro que será siempre así, porque no tiene el más mínimo interés en modificar su forma de relacionarse contigo, o no cree que sea un comportamiento que le pueda generar problemas y, por tanto, nada hará por modificarlo. En cualquiera de los dos casos, hay que evitarlo, porque esa persona sobrepasará tus límites una y otra vez, por falta de interés en cómo tú te sientas o porque no quiere/puede adaptarse. Y el resultado será siempre pernicioso para tí.
Así que, si alguien te habla mal en el trabajo, ármate de valor y en un aparte dile que no te ha gustado. Y si su actitud persiste, sencillamente, evítale. Todas las formas de ser son admisibles, pero algunas son incompatibles entre sí, y entonces hay uno que sale siempre perdiendo.
Y tu cuñado, lo siento por él... está claro de que no depende del título, sino del mercado laboral.